No sabes lo que es la teoría crítica de la raza

Por Ismail Royer de https://agoodtree.net/2021/07/09/you-dont-know-what-critical-race-theory-is/

(Viñeta de M. Scott Byers en https://eu.statesman.com/story/opinion/two-views/2021/01/18/two-views-critical-race-theory-threatens-what-king-achieved/6646069002/)


“La verdad debe entenderse como un sistema de procedimientos ordenados de producción, regulación, distribución, circulación y funcionamiento de los enunciados.


MICHEL FOUCAULT

Para el teórico crítico de la raza, la verdad objetiva, como el mérito, no existe, al menos en las ciencias sociales y la política. En estos ámbitos, la verdad es una construcción social creada para adaptarse a los fines del grupo dominante.


RICHARD DELGADO Y JEAN STEFANCIC. TEORÍA CRÍTICA DE LA RAZA: UNA INTRODUCCIÓN, PRIMERA EDICIÓN

En la cultura popular actual se habla mucho de la Teoría Crítica de la Raza (TCR), de si hay que rechazarla o abrazarla. Los defensores de la TCR acusan a los que se oponen a ella de no saber lo que es (“¡No se puede resumir la TCR en tres frases!”). La verdad es que la mayoría de los defensores y opositores de la TCR parecen no tener una idea clara de lo que es.

Y no es culpa suya. La TCR es difícil de precisar porque es una expresión de la posmodernidad, y la posmodernidad es un fenómeno muy esquivo. En cierto modo es más un estado de ánimo que una ideología definida propia del tipo que surgió de la modernidad, es decir, de la Ilustración.

La TCR, como toda expresión de la posmodernidad, pertenece en realidad a la Contra-Ilustración, originada principalmente por Nietzsche y el movimiento romántico que rechazaban el énfasis que se dio en la Ilustración a la razón.

Los rasgos definitorios de la posmodernidad son su rechazo a la razón y a la verdad absoluta, su relativismo moral y epistemológico, y su noción de que las afirmaciones de la verdad son en realidad meras flexiones de poder destinadas a beneficiar a quienes están en el poder. La conexión entre la TCR y la “voluntad de poder” de Nietzsche y el método genealógico (es decir, la historización radical de todas las afirmaciones de la verdad, un enfoque relativizador) se produjo a través de Michel Foucault y Jacques Derrida, que fueron influencias importantes en la TCR.

La TCR también tiene raíces marxistas. Muchos dirán: “No es coherente decir que la TCR es a la vez posmoderna y marxista porque el marxismo es una ideología de la Ilustración“. Como premisa, es cierto que el marxismo es una ideología de la Ilustración, pero el propio Marx era un relativista que escribió que las sociedades considerarán ciertas cosas como verdaderas y morales que son apropiadas para ciertas etapas en el proceso hacia el comunismo.

La TCR adoptó muchos aspectos del marxismo (como la sustitución de la lucha de clases por la lucha racial) pero, en última instancia, rechaza el mito teleológico del progreso de la Ilustración que el marxismo comparte con todas las ideologías de la Ilustración. Esa versión modificada y posmoderna del marxismo es heredera de la Teoría Crítica de la Escuela de Frankfurt, de la que emana la TCR a través de su movimiento matriz, los Estudios Jurídicos Críticos.

Por eso es un grave error debatir la TCR simplemente en el nivel de “es racialmente divisiva“. Por supuesto que es racialmente divisiva, pero esa no es toda la historia, ni incluso la historia principal. El problema principal de la TCR es que, como todo el pensamiento posmoderno, es corrosivo no sólo para la fe sino también para la razón.

La religión tradicional fundamenta la verdad y la moral en Dios y la razón. La Ilustración, en cambio, rechazó a Dios y, en su lugar, intenta fundar la verdad y la moralidad sólo en la razón. La respuesta posmoderna al intento fallido de la Ilustración de fundar la verdad y la moral sólo en la razón no fue volver a la fe que la Ilustración rechazaba, sino estar de acuerdo con la Ilustración en que la fe era insostenible (“Dios ha muerto, y nosotros lo hemos matado“), al tiempo que se rechazaba la adopción de la razón por parte de la Ilustración como sustituto de la fe. En resumen, la Ilustración rechazó a Dios y mantuvo la razón, mientras que el (pensamiento) posmoderno rechaza tanto a Dios como a la razón y dice que las afirmaciones de la verdad y la moralidad son meros ejercicios de poder.

Por eso, para un creyente, las críticas a la TCR por parte de liberales ateos como Helen Pluckrose suelen tener mucho sentido, porque los liberales tienen razón en la medida en que sostienen que la verdad existe y que la razón nos ayuda a comprenderla. Pero también es la razón por la que las críticas posmodernas a la Ilustración suelen tener sentido para los creyentes: porque los posmodernos tienen razón al señalar que fundar la moral en la sola razón es imposible, y que el liberalismo no es más que un espejo de los valores burgueses de los cristianos europeos de los siglos XVIII y XIX que los pensadores de la Ilustración intentaron elevar al estatus de verdad universal, al tiempo que hacían saltar por los aires su fundamento epistemológico al rechazar a Dios.

Pero, ¿tiene la TCR “herramientas” útiles para comprender la naturaleza de la injusticia racial en Estados Unidos? Sí, pero sólo en el sentido de que, por ejemplo, las afirmaciones de verdad universal y objetividad son, de hecho, muy a menudo falsas, muy a menudo tienen raíces históricas, y muy a menudo sirven a la agenda de los que están en el poder político. Pero esta idea no es exclusiva de la TCR, y de hecho toda la posmodernidad generaliza desde el hecho de que algunas afirmaciones de la verdad son meros productos de su tiempo y lugar hasta la conclusión de que todas las afirmaciones de la verdad son meros productos de su tiempo y lugar. Por lo tanto, la adopción de la TCR en cualquier medida por parte de los creyentes es un grave error, porque es a la vez innecesaria (en el sentido de que sus verdaderas ideas no son exclusivas de ella) como corrosiva para la fe.

Pero, ¿no incorporaron los musulmanes (y los cristianos) gran parte del pensamiento de Aristóteles? Sí, en cierto sentido, pero no es lo mismo. Históricamente, los eruditos islámicos se beneficiaron de la sabiduría de un gran número de personas y culturas, desde los árabes preislámicos hasta Grecia, pasando por Persia y más allá, pero ninguno de ellos rechazó la noción misma de verdad y razón. Resulta muy poco beneficioso y muy perjudicial intentar incorporar la sabiduría de una corriente de pensamiento que rechaza los fundamentos mismos de la fe y, de hecho, el propio pensamiento racional, que nos permite llegar a la fe, especialmente cuando cualquier idea que esa corriente de pensamiento pueda tener se encuentra (ya recogida) en otra parte. Los eruditos islámicos no gastaron ninguna energía en intentar obtener beneficios de ideas y metodologías estériles como la sofística, por ejemplo, a la que la posmodernidad se parece en muchos aspectos.

Pero, ¿no conduce la TCR a ideas clave, como el hecho de que los intentos liberales de resolver el problema del racismo a menudo no hacen más que exacerbarlo y encubrirlo, o que el racismo puede ser perpetuado por las instituciones aunque los individuos que las componen no sean conscientes de ello o no sean personalmente racistas? Pues bien, estas afirmaciones de los hechos son comprobables empíricamente (y en mi opinión son demostrablemente ciertas, pero eso es otro ensayo). Los teóricos de la TCR no son los primeros en hacer estas observaciones y, lo que es más importante, las premisas de la TCR no son necesarias para hacerlas. De hecho, las premisas antiracionalistas de la TCR socavan el empirismo y, por tanto, frustran los intentos de medir los efectos del racismo institucional.

Pero, ¿no es racista criticar la TCR ya que ésta es el producto del pensamiento de pensadores negros? No, porque, con el debido respeto a los teóricos de la TCR, su origen es, en última instancia, alemán y francés. En cualquier caso, la verdad o la falsedad de las ideas no tiene nada que ver con el color de la piel de quienes las propugnan, sino que debe evaluarse por sus características.

La TCR tiene muchos otros problemas y, como todas las ideologías creadas por el hombre, contradicciones inherentes, pero aquí he esbozado algunas de las más importantes.

أَلَمْ تَرَ كَيْفَ ضَرَبَ اللَّهُ مَثَلًا كَلِمَةً طَيِّبَةً كَشَجَرَةٍ طَيِّبَةٍ أَصْلُهَا ثَابِتٌ وَفَرْعُهَا فِي السَّمَاء وَمَثَلُ كَلِمَةٍ خَبِيثَةٍ كَشَجَرَةٍ خَبِيثَةٍ اجْتُثَّتْ مِن فَوْقِ الْأَرْضِ مَا لَهَا مِن قَرَار

¿No veis cómo Dios pone una parábola? Una buena palabra es como un buen árbol: su raíz es firme y sus ramas llegan al cielo. Y la parábola de una palabra mala es la de un árbol malo, desarraigado de la faz de la tierra, que no tiene estabilidad.


Corán, Surah Ibrahim 14:25-26