Marwan Mohammed: “Se ha abierto la veda de una cacería desenfrenada y violenta”.

Entrevista y fotografía de Nawfel Achache publicado en el medio https://www.bondyblog.fr/ el 28/10/2020 y traducido por Musulmanes contra la Islamofobia del enlace,

https://www.bondyblog.fr/politique/marwan-mohamed-cest-une-chasse-debridee-et-violente-qui-sest-ouverte/

Con el sociólogo del CNRS Marwan Mohammed, el Bondy Blog analiza el escándalo mediático y político que siguió al asesinato de Samuel Paty, profesor de historia y geografía y de educación moral y cívica, el 16 de octubre en el Conflans-Sainte-Honorine, que fue objeto de un atentado asesino por causa de enseñar la libertad de expresión mostrando en su clase caricaturas de Charlie Hebdo.

Prólogo de Musulmanes contra la Islamofobia

Después del lamentable asesinato del profesor de historia Samuel Patty, seguido de otro repugnante asesinato múltiple en la catedral de Niza, ambos hechos considerados “ataques terroristas islamistas”, los tradicionales influencers islamófobos en RRSS, diferentes partidos políticos, periodistas de toda tendencia, además de los tradicionales medios islamófobos e incluso profesores han aprovechado y a su vez alimentado una histerización y psicosis social que no entiende de matices y en los que solo interesa mantener un nivel de debate superficial.

El debate es superficial de manera interesada. Se usan etiquetas que a menudo son dotadas de contenido que no describen correctamente la realidad, contenidos creados por los propios difusores del mensaje, y que sirven en muchos casos para estigmatizar, ajustar cuentas, señalar al enemigo que les viene bien para construir y consolidar su marco de relato islamófobo y para incrementar el nivel de histeria y desinformación que tan necesariamente necesitan y en el que tan bien se desenvuelven.

Estamos constatando que políticos como Manuel Valls político franco español, ya actúan como correa de transmisión de la histeria islamófoba francesa en nuestra sociedad. Consolidando así, un discurso político que aborda los problemas con superficialidad de manera interesada.

En su día señaló al medio del artículo que hoy presentamos en castellano como “islamo-izquierdista” con la clara intencionalidad de desacreditar las conclusiones de un científico social, sin ni siquiera entrar a matizar o discutir sus puntos de vista.

Conceptos como “salafismo”, “salafismo radical”, “islamismo”, “islamismo político”, que necesitan de varios capítulos o volúmenes para ser explicados y matizados por científicos sociales, son usados sin matices y definidos en una línea por periodistas que hasta la fecha no habían contribuido a consolidar el discurso islamófobo.

Es remarcable que dicho relato sea refrendado en un amplio marco de líneas de pensamiento, algunas con más matices otras no. Macarena Olona de Vox aplaudía así el tuit

Javier de Lucas que ha sido senador del PSOE también lo aplaudía aunque lo matizaba, introduciendo nuevas etiquetas y otras definiciones de una línea, abundando así a este clima de desinformación y postverdad “legitimado”.

Por todo ello, y otros aspectos relacionados encontramos interesante abrir con este artículo una línea de publicaciones, que desde las ciencias sociales, permiten escudriñar que es lo que está sucediendo en nuestra sociedad, y como se desarrolla la #islamofobia post-atentados en la era de la post-verdad.

Entrevista.

El ruido de los medios de comunicación y las intervenciones políticas que provocan fracturas no arroja ninguna luz sobre el debate público, especialmente cuando la unidad nacional está en juego después de un ataque tan brutal como el de Conflans-Sainte-Honorine que costó la vida al profesor de historia y geografía Samuel Paty el 16 de octubre.

Como mínimo, estas posiciones, que utilizan palabras vagas (islamo-izquierdismo, separatismo, comunitarismo, etc.), saturan el debate, que poco a poco va tomando forma de un nuevo macartismo, una caza de brujas, al señalar a los presuntos implicados solidarios, al margen de la investigación judicial, sobre la única base de las diferencias de opinión con respecto al ejecutivo, que han devenido así antirrepublicanas.

Esta histerización del debate público no es nueva, es desgraciadamente repetitiva en el caso de un acontecimiento trágico vinculado al terrorismo, y más ampliamente cuando se trata de cuestiones relacionadas con el Islam. Peor aún, se participa cada vez más abiertamente en la fabricación de un “problema musulmán“, una dinámica cada vez más preocupante, que no permite comprender la situación para dar una respuesta adecuada.

Para reflexionar sobre la situación, el sociólogo Marwan Mohammed accedió a responder a nuestras preguntas, quien “se comprometió a detener estos falsos debates, sobre falsos conceptos“. Como investigador del CNRS, ha colaborado en la redacción de dos importantes libros: “Islamophobie, comment les elites françaises fabriquent le ‘problème musulman‘”, La Découverte (2013), y “Communautarisme?” Presses Universitaires de France (2018), de las que ya hemos hablado en otra ocasión.

¿Cómo analiza el tratamiento mediático y político unos días después del atentado en Conflans-Sainte-Honorine y la muerte de Samuel Paty?

En apenas 48 horas, Samuel Paty estuvo a punto de desaparecer, borrado por la polémica y la feroz carrera con furia vengativa para señalar con el dedo a los culpables y orquestar el juicio mediático y político de personas u organizaciones como el Observatorio del Laicismo, el CCIF o la ONG Baraka City que nada vincula, salvo la acusación mediática, con el despreciable acto del terrorista.

Un señalamiento en el que también se involucraron organizaciones de izquierda y figuras intelectuales y políticas, activistas antirracistas como Rokhaya Diallo y el periodista y director de Médiapart Edwy Plenel. Esta difusión y el macartismo que conlleva son de una violencia poco común. Se ha alcanzado un hito.

Rokhaya Diallo, asociada con la muerte de los periodistas de Charlie Hebdo, por Pascal Bruckner: “Esta noche Pascal Bruckner me ha acusado de haber “llevado a la muerte de los 12 de Charlie” y de haber “armado los brazos de los asesinos” después de haber recordado precisamente que yo era una “mujer negra musulmana”.
Rara vez he sido objeto de tal violencia en un plató.”

El dolor de los familiares, colegas y estudiantes de Samuel Paty y el dolor de la población se han desvanecido, dando paso a una competición de fijación de objetivos, un llamamiento a la venganza y una guerra de ofertas por la seguridad y propuestas punitivas que a menudo son absurdas y peligrosas.

Todos estos portavoces vengativos y sobreexcitados se han “aprovechado de esta tragedia”, como dijo el editorialista Christophe Barbier, para ajustar cuentas, apuntar a sus enemigos políticos o hacer avanzar su programa político a riesgo de dañar aún más a la sociedad y sus instituciones.

El editorialista Christophe Barbier, sugirió que era necesario “aprovechar” el ataque en Conflans-Sainte-Honorine para relanzar la ley Avia sobre el contenido de odio en Internet, retocada por el Consejo Constitucional.

El espacio de los medios de comunicación para el debate profundo se ha vuelto más escaso. Muchos observadores y conocedores del terrorismo, de los radicales o del islamismo radical han declinado las peticiones de los medios de comunicación, creyendo con razón que es difícil encontrar espacio para un debate matizado en un clima de histeria o que el tiempo de silencio ante la tragedia debe prolongarse.

Añadiría que, más allá de los discursos que incitan al odio y a la manipulación de las emociones, hay algo espantoso y desalentador en la mediocridad de los argumentos, la escasez de pensamiento y el simplismo, especialmente cuando emana de los niveles más altos de la toma de decisiones políticas. Lo que es nuevo es que el gobierno aprobó y validó inmediatamente estos discursos de estigmatización, división y vocabulario bélico.

Emmanuel Macron, que estaba en campaña en 2016, habló de la confusa relación que algunas personas tenían entre la defensa del secularismo y una relación tensa con el Islam.

En cuanto al Jefe de Estado, estamos lejos del candidato Macron que criticó estas observaciones vociferantes y simplificadas. Es importante subrayar esto porque los efectos en la opinión pública del marco político-mediático del debate público son significativos. Los llamamientos a la unidad y el rechazo de la amalgama tras la ola de ataques de 2015 probablemente desempeñaron un papel importante en la opinión, como sugirió la CNCDH en su informe de 2016. El drama que acaba de desarrollarse plantea muchas preguntas que en sí mismas requieren respuestas pragmáticas.

El curso de los acontecimientos que condujeron a la muerte de Samuel Paty nos lleva en primer lugar al colegio y a esta familia, que lanzó serias acusaciones públicas a través de varios videos, sobre el papel del Sr. Sefrioui que, dentro de su colectivo, parece tener más conexiones con los parientes de Marine Le Pen que con la CCIF. En segundo lugar, ¿cuál fue la gestión institucional local de este incidente seguida de cerca por los servicios de inteligencia territorial? ¿Qué hay de los numerosos y flagrantes fracasos de la plataforma PHAROS, que había sido alertada varias veces de la radicalización y la violencia del asesino de Samuel Paty?

¿Cómo llegó este joven terrorista a cometer tal acto a la edad de 18 años? El acto de la caricatura es un ejercicio crítico que esta a la vez libre y sujeto a crítica. Todo dentro de los límites de un debate democrático bien argumentado. ¿Cómo podemos seguir trabajando en estos temas de libertad de caricatura y expresión, sin dejar a los profesionales del sector, profesores o educadores, a menudo solos? Estas preguntas están lejos de ser exhaustivas y es importante llegar al fondo de las cosas y responder a las cuestiones planteadas por tal evento.

Se trata de estar a la altura. Sin embargo, el marco dominante de este acontecimiento no promueve la calma, la unidad o la reflexión profunda sobre los hechos y las respuestas profundas que deben aportarse.

Es una cacería desenfrenada y violenta que ha comenzado, ofreciendo al gobierno la oportunidad de salir de una crítica del funcionamiento actual de los servicios de seguridad.

¿Hemos pasado a una construcción más intensiva de un “problema musulmán” en Francia, como mencionó en 2013 en su libro “Islamofobia”, co-escrito con Abdellali Hajjat?

Las tendencias analizadas en nuestro libro se han fortalecido y el tratamiento de los medios se ha deteriorado. Hay que decir que entre 2013 y 2020, han ocurrido muchas cosas, muchos atentados han ensangrentado a Francia, decenas de polémicas relacionadas con la presencia musulmana han ocupado el espacio público, reforzando la posición de figuras y discursos reaccionarios.

Un vasto bloque islamofóbico y autoritario está usando la muerte de este profesor para presionar al gobierno para ampliar el alcance de los objetivos.

En cuanto a las ideas, diversas fuerzas políticas e ideológicas conservadoras, tanto de la izquierda encarnada por la línea Valls como especialmente de la derecha, han invertido ampliamente los espacios de los medios de comunicación y las redes sociales, incluso mediante estrategias de intimidación y hostigamiento, y han participado activamente en la criminalización y la marginación de las voces críticas y minoritarias y en el empobrecimiento del debate público. Pero sobre todo han logrado hegemonizar la idea de que existe un continuum, una cadena de complicidades y responsabilidades que vinculan la violencia terrorista cometida en nombre del islam con movimientos críticos y figuras intelectuales, organizaciones de izquierda, colectivos antirracistas o asociaciones musulmanas autónomas, así como figuras públicas u organismos que no comparten su línea reaccionaria y represiva, como el Relator Especial del Observatorio de la Laicidad, Nicolas Cadène.

Con el apoyo consciente de los “académicos de la prefectura” -cercanos al poder, alejados del debate académico y legitimando las más peligrosas tesis orientalistas y de seguridad sobre la presencia musulmana y la existencia de una conspiración islamista– este vasto bloque islamófobo y autoritario está utilizando la muerte de este maestro para presionar al gobierno a ampliar el alcance de los objetivos.

Un gobierno que es poco exigente, en un período de crisis sanitaria mal gestionada, de crisis social acentuada, entre fuertes derrotas en las elecciones intermedias y una inminente elección presidencial. Este contexto también marca la victoria del maniqueísmo, la retórica de la guerra de civilizaciones, una profunda cultura de sospecha y rechazo de los musulmanes correlacionada con una forma de derrota de la razón, el pensamiento crítico y el borrado del gusto por el debate argumental.

Todo se invierte: en nombre de la defensa de la República, se atacan sus fundamentos como la libertad de conciencia y de asociación; en nombre de la defensa de la libertad de expresión, se criminalizan las voces críticas para silenciarlas.

Junto con el Observatorio de las Libertades Asociativas, acaba de publicar un informe que hace balance de los obstáculos a las acciones asociativas en Francia. ¿Cómo analiza los anuncios del gobierno para disolver asociaciones, incluyendo el Collectif Contre l’Islamophobie en France y Barakacity?

Cuando la organización de extrema derecha Bastión Social fue disuelta en el Consejo de Ministros fue debido a los repetidos llamamientos al odio, la discriminación y la multiplicación de acciones violentas, es decir, sobre bases jurídicas claras y explícitas. Esperemos y veamos cómo el gobierno justificará legalmente la anunciada disolución administrativa de CCIF o Barakacity.

Pocos días después de la tragedia de Conflans-Sainte-Honorine, el Ministro del Interior anunció la disolución de la CCIF y Barakacity, a la que siguieron una serie de registros.

La labor fundamental del Observatorio de las Libertades Asociativas tiene por objeto precisamente documentar y enumerar los ataques realizados por los poderes públicos contra las organizaciones que trabajan en pro de la solidaridad y la igualdad de derechos, cuando estas organizaciones adoptan posiciones críticas y desafían a la sociedad sobre cuestiones que consideran importantes. Esta “ciudadanía reprimida”, para utilizar los términos del Observatorio, paradójicamente tiene lugar en un contexto en el que la democracia participativa es promovida por las instituciones.

Purgar la gestión y por lo tanto la línea legalista del Observatorio de la Laicidad, disolver el CCIF o establecer una relación entre la oferta de productos “comunitaria” en los supermercados y el horrible asesinato de Samuel Paty muestran que el gobierno reprime algo más que el terrorismo.

Para volver a su pregunta, hay que entender que purgar la dirección y por lo tanto la línea legalista del Observatorio del Laicismo, disolver el CCIF o crear un vínculo entre la oferta de productos “comunitaria” en los supermercados y el horrible asesinato de Samuel Paty muestran claramente que el gobierno reprime algo más que el terrorismo, a menos que se adhiera a la idea absurda y peligrosa de una alianza entre la etiqueta halal, Nicolas Cadène, el CCIF, Barakacity y los terroristas que dicen ser del Islam.

“Gérald Darmanin: “Siempre me ha sorprendido entrar en un hipermercado y ver unos grandes almacenes con una cocina tan comunitaria”.”

Sin embargo, esta propuesta ha estado presente, viva y enérgicamente, mantenida y repetida una y otra vez durante años en los medios de comunicación para promover un enfoque más punitivo y disciplinario en la gestión de los musulmanes. Una propuesta facilitada por un vocabulario vago y una semántica sesgada que empobrece el debate y la acción pública.

¿Qué crees que muestra el uso que el gobierno hace de este lenguaje?

La demora del gobierno en encontrar la palabra correcta – pasando de “comunitarismo” a “separatismo” y luego cambiando el título de un proyecto de ley – muestra la negativa, o en el mejor de los casos la incapacidad, de nombrar las cosas explícitamente. En las ciencias sociales, la calidad de un concepto depende de la calidad con la que reproduce la realidad. Esto determina la capacidad de describir y luego explicar el mundo social. Cuando se trata de un debate o acción pública, también es importante ser preciso. No se pesca una carpa en un lago con las redes de un atunero industrial. Tienes que elegir el útil de pesca correcto.

El término “islamo-gauchisme” fue retomado por el Ministro de Educación Nacional, Jean-Michel Blanquer.

Sin embargo, muchos de estos neologismos y otras expresiones indefinidas que se encuentran en el centro del debate público tienen precisamente la función ideológica de permitir la asimilación y una confusión fundamental, mantenida deliberadamente entre la crítica social radical, el antirracismo político, el conjunto de los musulmanes visibles, las numerosas vertientes del islamismo y la acción terrorista.

Para entrar en más detalles, una noción tan generalizada como el “comunitarismo” no tiene ninguna función analítica o descriptiva. Tiene un doble uso, como dice el sociólogo Stéphane Dufoix, de proscripción y prescripción.

Sin embargo, nuestro vocabulario es rico en palabras; nos ofrece la posibilidad de distinguir hechos y dinámicas para aclarar y alimentar el debate. Para aquellos cuyo objetivo es construir un enemigo interior mezclando sujetos, instalando una lógica de guerra y agitando espantapájaros, ser precisos es un poco como desmonetizar su causa o dispararse en el pie.

La vaguedad de la noción de “separatismo” o “comunitarismo” es desde este punto de vista voluntaria y necesaria. En cuanto estos términos acusadores no se definen, o se definen de manera abstracta, su campo de acción permanece vago y sus objetivos pueden ser variados.

Sus significados fluctuantes permiten así criminalizar diferentes figuras del adversario indeseable, como las palabras ‘indigenistas‘, ‘islamistas‘, ‘identitarios‘, ‘islamistas políticos‘ o ‘islamistas de izquierda‘. El término “islamista” se destaca porque se refiere a una realidad tangible que puede ser definida y permeada al observar los aspectos históricos, ideológicos, organizativos, etc.

Por lo tanto, es más fácil, por ejemplo, atacar al CCIF o al Observatorio del Laicismo afirmando que se está luchando contra “enemigos” o “colaboradores“, contra “islamistas” o sus “cómplices“, que asumir que cualquier forma de autonomía militante de una minoría está en el punto de mira…

Esta exigencia está ausente en el debate político-mediático, es demasiado engorrosa porque su uso principal, como en los neologismos antes mencionados, es designar un enemigo y sus colaboradores, definir los bandos y legitimar la represión. Son porras semánticas que florecen en un campo léxico militar. Por lo tanto, es más fácil, por ejemplo, atacar al CCIF o al Observatoire de la laïcité alegando que está luchando contra “enemigos” o “colaboradores”, contra “islamistas” o sus “cómplices” que suponer que se ataca cualquier forma de autonomía militante minoritaria, para reforzar el control sobre los cuerpos y las prácticas de los musulmanes visibles, o para deshacerse de personalidades como Nicolas Cadène o Jean-Louis Bianco, cuya función principal es aclarar jurídicamente los debates sobre la aplicación del principio de laicidad.

Los mismos requisitos semánticos y de definición se aplican a la designación y la denuncia del racismo. Por ejemplo, hemos pasado meses estudiando la génesis de la palabra islamofobia, sus límites y su ámbito de aplicación, antes de retenerla y definirla para evitar su instrumentalización. Y estas instrumentalizaciones existen, cualesquiera que sean las palabras y conceptos, obligándonos a ser precisos sobre las definiciones y realidades que deseamos describir.

Acusar a quienes usan la palabra o luchan contra la islamofobia de ser cómplices del terrorismo es tonto, deshonesto y peligroso.

Si bien las investigaciones más serias en Europa muestran un fuerte vínculo entre la radicalización violenta y la experiencia de rechazo, el discurso actualmente dominante establece un vínculo causal entre la denuncia del racismo, especialmente la islamofobia, y el acto de violencia. Entender esto no invierte la relación víctima-perpetrador. Es uno de los factores explicativos que permiten pensar en la lógica de la transición al acto en su conjunto. Atacar a los que denuncian el racismo en lugar del racismo es un montaje ideológico destinado a reprimir cualquier estudio, discurso u organización que se movilice sobre el racismo y la desigualdad, constituye una regresión intelectual y un peligro político. Y no es de extrañar que esta acusación provenga en primer lugar de publicistas, políticos y polemistas que participan en el clima islamófobo, y que incluso han sido procesados o condenados por actos de esta naturaleza.

Atacar a los que denuncian el racismo en lugar del racismo es un montaje ideológico destinado a reprimir cualquier estudio, discurso u organización que se movilice sobre el racismo y la desigualdad, constituye una regresión intelectual y un peligro político.

Con la ley sobre el “separatismo”, ¿nos dirigimos finalmente hacia un deseo de reprimir la ciudadanía de los ciudadanos franceses de la fe musulmana?

La noción de “separatismo” se utiliza normalmente en la ciencia política para describir movimientos, grupos o ideologías que tienen como objetivo la independencia territorial y política. En Francia, hay movimientos separatistas corsos, vascos y bretones, y movimientos de descolonización en Nueva Caledonia o el Caribe, etc. En resumen, hay formas de separatismo que alimentan la relación conflictiva entre el Estado, sus minorías regionales y sus territorios intra o extrametropolitanos. Hay cierto consenso en la definición de este término.

Para Marlène Schiappa, el único separatismo que hay que tener en cuenta es el del “Islam político”.

Por otro lado, no hay ningún movimiento político musulmán con objetivos de independencia, autonomía o regionalismo en el territorio nacional. Una vez más, hay que distinguir un término de su uso. Sin embargo, el polémico uso de este término amalgama fanatismo violento, figuras y organizaciones políticas minoritarias, grupos religiosos e intelectuales críticos.

Y es en nombre de esta presunción de complicidad, en nombre de conceptos vagos y punitivos, punitivos porque son vagos, que el Ministro del Interior asume el uso de la fuerza pública para intimidar o disolver organizaciones no relacionadas con el terrorismo.

¿Y qué hay de las justificaciones? Sería para proteger la libertad de expresión que se silenciaran las voces discordantes y que las críticas de las minorías, especialmente la denuncia de la islamofobia y más ampliamente de todas las opresiones, se presentaran como los motores del terrorismo, como declaró vergonzosamente Pascal Bruckner cuando atacó al periodista y activista Rokhaya Diallo en el plató de los 28 minutos de Arte del 21 de octubre de 2020.

¿Estamos al borde de un cambio hacia el autoritarismo?

Ya vivimos con un régimen autoritario, si nos apoyamos en el destino de los movimientos sociales, el debilitamiento de la razón y la marginación de los conocimientos empíricos, la crisis de legitimidad de las elites y de la representación, el carácter cada vez más autoritario del neoliberalismo, la existencia y la legitimación desde arriba de los movimientos reaccionarios de masas, por no hablar de la poderosa resistencia a las demandas de igualdad por parte de las minorías raciales o sexuales, etc. Se podría ampliar la lista de las preocupantes dinámicas que impregnan la sociedad francesa.

En los próximos días, tendremos que estar atentos al lugar que ocuparán las mujeres, los hombres, las organizaciones e instituciones comprometidas con el estado de derecho y las libertades individuales. En este punto, el arrebato xenófobo de Jean-Luc Mélenchon sobre “los chechenos” no augura nada bueno para una de las principales figuras de la izquierda (observaciones seguidas de arrepentimientos y aclaraciones públicas).

La polémica intervención del jefe de la Francia Insumisa sobre la comunidad chechena.

El temor es palpable entre muchos, tentados de censurarse a sí mismos, de restringir su posición a la defensa del Observatorio del Laicismo haciendo la vista gorda a los castigos colectivos, así como a los ataques a las libertades, la dignidad y el derecho a la autonomía de las organizaciones musulmanas. La vergüenza es perceptible y la violencia de los ataques y el acoso del bloque reaccionario es intimidante.

Unos días después del discurso de Emmanuel Macron en Les Mureaux, el historiador Jalila Sbaï nos dejó, dejando atrás un libro, publicado en 2018, titulado: “La politique musulmane de la France“, un proyecto cristiano para el Islam? ¿Un libro que no tuvo mucho eco en los medios franceses?

Un notable libro de un historiador que encarnó la independencia académica. Sus escritos reflejan su rigor y pasión por la transmisión del conocimiento, así como la honestidad de no confundir el análisis, la ideología y la lucha política.

Este difunto colega analizó bien las raíces coloniales de las políticas del gobierno para manejar el hecho musulmán. Subrayó en particular que el Estado francés siempre había tenido dificultades para aplicarse a sí mismo los principios de separación y neutralidad. También pienso en el trabajo de Solenne Jouanneau sobre la relación entre el Estado y las organizaciones musulmanas en la gestión de los imanes. Ambos insisten en la discrepancia entre los textos que rigen la relación entre las religiones y el Estado, en particular a través del prisma de la ley del 9 de junio de 1905.

Esta misma ley, que se dice que fue aprobada cuando el Islam no estaba presente en el suelo nacional, lo que es una falsedad histórica ya que Argelia era un departamento francés.

Cabe recordar que el gobierno de la época excluyó sus territorios coloniales del Acta de Separación de 1905, incluida Argelia, porque la administración tenía que controlar la fe musulmana y las organizaciones indígenas. La mayoría de los republicanos estuvieron de acuerdo con esta idea y apoyaron el proyecto colonial francés en ese momento. Al mismo tiempo, hay que recordar que la ley de 1905 tenía una filosofía liberal e igualitaria que fue votada para distanciar a una poderosa Iglesia que durante mucho tiempo había dominado y regulado la vida social en Francia.

Frente a un fuerte culto, los parlamentarios tuvieron la inteligencia de votar una ley equilibrada en 1905, aunque la fuerte resistencia dentro de la Francia católica persistió durante mucho tiempo.

Muchas voces deseaban darle un tono más punitivo y desigual. El concepto de neo-laicismo, desarrollado por el sociólogo Abdellali Hajjat o los juristas Stéphanie Hennette-Vauchez y Vincent Valentin, permite precisamente subrayar la ruptura de espíritu y de letra de la ley de 1905 de 2004.

En el libro Islamofobia, escrito conjuntamente con Abdellali Hajjat, mostramos cómo esta ruptura alimentó un proceso de “discriminación legal por capilaridad“, extendiendo el deber de neutralidad a los lugares y personas que no se veían afectados por la ley de 1905. Y en su aplicación, estas nuevas disposiciones se dirigen esencialmente a los musulmanes.

Aquí es donde hay una ruptura con los principios de neutralidad y la visión más liberal e igualitaria de 1905. Los neo-laicos están tratando de apropiarse del legado de 1905 oscureciendo sus fundamentos para dar al secularismo un contenido y una función disciplinaria que se dirige a los musulmanes. Es este movimiento el que se aprovecha de la muerte de Samuel Paty para purgar el Observatorio de la Laicidad.

En el debate público, también se puede observar el uso impreciso o incluso erróneo de palabras de la lengua árabe, extraídas del marco de referencia religioso – Taqîya o fatwa – . ¿Cuál es su función?

Estas palabras se usan de manera indiscriminada. Los términos que se extraen del campo léxico árabe o coránico son los que, por su distorsión, permiten confirmar la tesis del continuum entre el islam visible y el practicado, el islamismo y el terrorismo con el único fin de reforzar y justificar la sospecha generalizada de esta población.

Por extensión, el discurso racista se ha apoderado de ella (la taqîya), extendiendo el cliché del árabe engañoso, a fin de convertir a todo presunto musulmán, incluso a los que tienen un estilo de vida muy alejado de las creencias y normas islámicas, en un posible sospechoso.

Por ejemplo, la noción de “taqîya” en el pensamiento islámico se refiere principalmente a la posibilidad de ocultar la propia fe en situaciones peligrosas y para salvar la propia vida. En el discurso mediático dominante y en las elaboraciones teológico-políticas de algunos grupos terroristas, esta palabra se refiere al hecho de ocultar la propia fe para no alimentar las sospechas de acciones violentas.

Por extensión, el discurso racista se ha apoderado de él, prolongando el cliché del árabe astuto, para convertir a todo supuesto musulmán, incluso a aquellos cuyo estilo de vida está muy alejado de las creencias y normas islámicas, en un posible sospechoso. Hay algo tautológico en hablar de
taqîya” en el caso de las redes terroristas.

La ocultación es una regla básica de cualquier acción clandestina. Esta noción no añade nada, salvo congelar un hecho banal en una noción que se desvía de su significado religioso inicial; por lo tanto, no tiene ningún interés operacional o analítico en pensar en la acción clandestina de los terroristas. Por otra parte, su uso ideológico y político dominante contribuye a poner en duda los cuerpos percibidos como musulmanes.


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