Posicionamiento común de las religiones Abrahámicas monoteístas en los asuntos relacionados con el fin de la vida.

Prólogo

El 28 de octubre de 2019 en la Casina Pio IV (Academia Pontificia de las Ciencias, Ciudad del Vaticano), Monseñor Vincenzo Paglia, presidente de la Academia Pontificia para la Vida1, y otros Representantes de diversas confesiones (entre ellas la musulmana, entre cuyos representantes se encontraba el erudito SHAYKH ABDALLAH BIN BAYYAH), firmaban un documento intitulado:

DOCUMENTO DE POSICIÓN, DE LAS RELIGIONES ABRAHÁMICAS MONOTEÍSTAS EN ASUNTOS RELACIONADOS CON EL FIN DE LA VIDA

Líderes judíos, cristianos y musulmanes explican documento común contra eutanasia

En dicho documento se recogía el consenso de las religiones abrahámicas en relación a la eutanasia bajo todas sus formas asi como sobre el suicidio asisitido.

El día 10 diciembre de 2020, la Comisión de Justicia del congreso español ha elaborado el dictamen de la la Proposición de Ley Orgánica de regulación de la eutanasia con la aprobación del informe de la ponencia y la incorporación al mismo de 5 enmiendas transaccionales2. Este dictamen será remitido al Pleno, donde necesita el respaldo de la mayoría absoluta de los diputados para su aprobación y continuar así su tramitación en el Senado. 

Esta Proposición de Ley Orgánica, impulsada por el Grupo Parlamentario Socialista,  introduce en el ordenamiento jurídico Español la eutanasia como un nuevo derecho individual, entendida como

“la actuación que produce la muerte de una persona de forma directa e intencionada mediante una relación causa-efecto única e inmediata, a petición informada, expresa y reiterada en el tiempo por dicha persona, y que se lleva a cabo en un contexto de sufrimiento debido a una enfermedad o padecimiento incurable que la persona experimenta como inaceptable y que no ha podido ser mitigado por otros medios”

Así, la proposición de ley tiene como objeto

“regular el derecho que corresponde a toda persona que cumpla las condiciones exigidas a solicitar y recibir la ayuda necesaria para morir, el procedimiento que ha de seguirse y las garantías que han de observarse. Asimismo, determina los deberes del personal sanitario que atienda a esas personas, definiendo su marco de actuación, y regula las obligaciones de las administraciones e instituciones concernidas para asegurar el correcto ejercicio del derecho reconocido en esta Ley”.

Desde Musulmanes contra la Islamofobia queremos fomentar la participación de las personas musulmanas al debate público que abre esta nueva ley, pues entendemos que la lucha contra la Islamofobia se ejerce, no solo denunciando la discriminación y el discurso de odio, sino participando también en la construcción del bien común desde las posiciones ideológicas y de creencia que establece nuestro modo de vida (din) musulmán.

Es por ello, que aportamos a la sociedad española musulmana una base teórica ideológica que pueda servir de base para afianzar posturas políticas críticas en relación a la problemática que traduce la legalización del suicidio asisitido y de la eutanasia.

Aportamos pues, con este fín, dos textos que se produjeron el 28 de octubre de 2019 en la Academia Pontificia de las Ciencias, Ciudad del Vaticano. El primero de ellos una conferencia del eminente erudito musulmán SHAYKH ABDALLAH BIN BAYYAH3, y en segundo lugar el documento de posicionamiento común de las tradiciones religiosas Abrahámicas4.

“Cooperar en la bondad y la piedad”

En el nombre de Dios, el más compasivo, el más misericordioso.

Dios bendiga y le envíe la paz al Profeta Muhammad, el Profeta de la Misericordia, y a todos sus Compañeros, y Mensajeros de Dios para la humanidad.

Estado de la Ciudad del Vaticano

28 de Octubre de 2019

Su Excelencia Shaykh Abdallah Bin Bayyah

Presidente del Consejo de la Fatwa de los Emiratos Árabes Unidos

Presidente del Foro para la Promoción de la Paz en las Sociedades Musulmanas (Abu Dhabi)

Su Santidad, el Supremo Pontífice, el Papa Francisco, Papa de la Iglesia Católica; Sus Excelencias y Eminencias; y los hijos de la gran familia Abrahámica:

Me dirijo a cada uno de ustedes por su nombre y sus bellas cualidades. Que la paz, las bendiciones y la misericordia de Dios sean para todos ustedes. Intentaré que mis comentarios sean breves y mi mensaje breve. El primer aspecto de mi charla discutirá la virtud de la cooperación, el segundo la familia Abrahámica, el tercero el valor de la vida, y el último la Nueva Alianza de Virtudes entre varias religiones.

Antes de eso, permítame expresar mi gratitud y aprecio por los organizadores de esta reunión. Me gustaría agradecer a la Academia Pontificia para la Vida, así como a todos sus socios que supervisaron los preparativos para este posicionamiento unificado de la familia Abrahámica sobre el rechazo de participar activamente en la terminación de la vida humana.

Respetados asistentes, esta gran ceremonia refleja una sincera creencia en el valor de trabajar juntos por el bien común, así como una profunda conciencia de que somos realmente como los pasajeros de un barco, cuyos destinos y suerte están inevitablemente unidos. Nadie se salva a menos que todos se salven. No hay liberación para un pueblo y no para otro, o para una religión pero no para la otra. Ninguno se salvará si no trabajamos juntos por la bondad. Esto es lo que nos dicen tanto las Sagradas Escrituras como las mentes iluminadas. Dirigiéndose a todas las personas con sus variadas creencias y razas, el Sagrado Corán dice:

“Ayúdense mutuamente a fomentar la virtud y la piedad, y no se ayuden mutuamente en el pecado y la hostilidad” (5:2).

Esta cooperación hacia el bien es lo que guía nuestra reunión de hoy, ya que todos sentimos la necesidad de complementarnos en nuestros papeles, desde nuestras diversas tierras y esferas de influencia, para trabajar en la restauración de la conciencia moral de la humanidad. Esto restaurará la eficacia de los valores de misericordia, alivio, ayuda mutua y benevolencia. 

Respetados asistentes, esta reunión nuestra también expresa nuestra convicción compartida de que los valores religiosos son todavía capaces de guiar al mundo hacia la salvación de sus problemas incurables, estableciendo una nueva comprensión de la humanidad que nos lleva del principio neutro de los derechos humanos a los valores positivos del amor y la hermandad. 

Nosotros, los hijos de la familia Abrahámica, compartimos el mismo origen por nuestros valores, virtudes y fundamentos éticos. Esto, a su vez, proporciona la base para la paz y la coexistencia entre nosotros. Aunque somos pueblos diferentes, tenemos muchos puntos en común, cuya ignorancia ha llevado a muchos conflictos y destrucción, y la humanidad, como resultado, se aleja cada vez más de los valores establecidos por los profetas, como los valores de la bondad, el amor y la compasión. 

Compartimos, en primer lugar, nuestra humanidad, que es un valor ontológico sobre el que ninguna persona razonable puede diferir. No se modifica por la alteración del tiempo, los determinantes del lugar o las inclinaciones de las personas, porque tiene raíces y orígenes fuera del alcance de las vicisitudes del tiempo o los abusos de los hombres. 

Nosotros, los hijos de la familia abrahámica, también compartimos creencias particulares, que se pueden encontrar en las escrituras y enseñanzas de los profetas. Fue a estos profetas a los que Nietzsche se refirió inadvertidamente cuando dijo que un pequeño grupo de personas ha determinado históricamente los valores de la humanidad. Estos puntos en común giran en torno a lo que los juristas musulmanes llamaron los Cinco Valores Centrales:

  1. religion
  2. vida
  3. intelecto 
  4. propiedad 
  5. honor y familia 

De acuerdo con las enseñanzas islámicas, estos valores fundamentales son el fundamento religioso compartido de todas las religiones y sus ramas, en particular de la familia abrahámica. Todos estos valores fundamentales vienen con protecciones y salvaguardas, ya que todas las religiones los consideran sus fines últimos que, a su vez, protegen la dignidad humana. 

Respetados asistentes, nos reunimos hoy aquí en recuerdo del valor central de la vida, que está siendo invadido por intromisiones desde todas las direcciones, ya sea por el aborto antes del nacimiento, el terrorismo y la violencia que se ejerce durante la vida, o la terminación de la vida cerca de su fin. Estos son los primeros signos de una alteración de los valores y una enfermedad del cuerpo social de la humanidad que se sostiene por el avance material sin ningún marco o fundamento enraizado en los valores de la bondad, el amor y la paz. 

Como musulmanes, creemos que Dios es el Creador que bendijo a la humanidad con vida y nos dotó del don de la dignidad, y sólo Él decreta para nosotros la duración concreta de nuestra vida. Creemos que un ser humano no tiene derecho a quitarse la vida o la vida de otro. Este es uno de los Diez Mandamientos para los creyentes decretados por Dios a través de sus profetas, sobre todos ellos la paz. Creemos que la vida de un individuo humano tiene la misma santidad que las vidas combinadas de toda la humanidad, ya que, en el Sagrado Corán, Dios reveló a Moisés, sobre él la paz,

“Si alguien matara a una persona, que no fuera por asesinato o corrupción en la tierra, sería como si matara a todo el mundo” (Corán 5:32).

A la luz de esto, los juristas musulmanes consideran el regalo de la vida como una especie de préstamo; por lo tanto, dado que nuestras vidas pertenecen a Dios y no a nosotros mismos, no tenemos derecho a hacer con la vida lo que queramos: no podemos destruirla, derrocharla o venderla. La vida es un regalo de Dios Todopoderoso. Sólo Él la regala, y sólo Él recupera ese regalo. Según el Corán, nuestro Patriarca Abraham, la paz sea con él, describió a Dios como aquel

“que me creó y me guía, que me alimenta y me da de beber, que me cura cuando estoy enfermo, que me hará morir y luego me revivirá, y que espero me perdone en el Día del Juicio” (26:78-82).

Creemos que la dignidad humana es inmutable, no se elimina ni se altera con la muerte de la salud o la alteración de la fuerza. Nuestro deber con nuestros hermanos y hermanas en la humanidad es estar a su lado en su enfermedad hasta el último momento, extendiendo la mano de apoyo y aliviando su dolor sin quejas y sin el deseo de acelerar su fin. Esto es lo que la dignidad humana exige de nosotros e incluso lo que la misericordia divina nos exige, como dijo Dios:

“No os matéis, porque Dios es misericordioso con vosotros” (Corán 4:29).

También creemos que la desesperación es una enfermedad incurable que debilita el alma e incapacita la mente. Es uno de los pecados más mortales porque nadie se desespera de la misericordia del Generoso excepto una persona que no reconoce o conoce su generosidad. A la luz de esto, nuestro llamamiento a todos -el enfermo, la familia del enfermo, los médicos y los cuidadores- es tener esperanza, así como el Profeta Jacob, sobre él sea la paz, apeló a sus hijos:

 “No desesperéis de la misericordia de Dios” (Corán 12:87).

Respetados asistentes, nuestra reunión de hoy significa un nuevo paso en el camino de la cooperación religiosa: es la primera vez que los representantes de nuestras religiones se reúnen para incorporar su acuerdo sobre los valores y principios fundamentales, y para llevarlos al nivel de aplicación práctica. 

Nuestra conciencia del imperativo de la cooperación y nuestra creencia en valores y virtudes compartidos, y la necesidad de llevar estas ideas al nivel de aplicación en una postura unificada con aplicaciones prácticas, ha llevado a una iniciativa, tanto en Washington D.C. como en Abu Dhabi, en forma de un pacto ético entre los tres hijos de la familia abrahámica, con todas nuestras denominaciones y ramas, junto con todos los amantes de la bondad de la familia humana en general. Llamamos a este pacto “La Alianza de la Virtud”, ya que se inspiró en el espíritu del pacto histórico del mismo nombre que tuvo lugar en la Península Arábiga antes del advenimiento del Islam. El Profeta del Islam, el Profeta Muhammad, paz y bendiciones de Dios sobre él, alabó este pacto por su distinción como un pacto sin precedentes que fue sellado por personas sin afiliaciones religiosas, tribales o étnicas compartidas. En cambio, se basaba en sus valores y virtudes compartidos. 

La nueva Alianza de la Virtud, a partir de la firme base espiritual de la familia Abrahámica, se esfuerza por ofrecer iniciativas de campo caracterizadas por la perpetuidad y la novedad. Estas iniciativas buscan unir, no dividir, beneficiar, no dañar, y son congruentes con el espíritu de la religión, respondiendo a las necesidades de la humanidad. 

Por lo tanto, declaro mi apoyo a la postura unificada de la familia aliada de Abraham para la prohibición de acabar con la vida. También declaro mi apoyo a las posturas más unidas por las que la fuerza positiva de la religión puede ser restaurada para que sea una esperanza para la humanidad, un bálsamo para su herida, una cura para sus calamidades, y una fuente de serenidad para todos los corazones y amor para todas las almas. Que la paz, la misericordia y las bendiciones de Dios sean para todos ustedes.

Posicionamiento común de las religiones Abrahámicas monoteístas en los asuntos relacionados con el fin de la vida

Preámbulo al documento de posicionamiento

Los aspectos morales, religiosos, sociales y legales del tratamiento del paciente en estado terminal se encuentran entre los temas más difíciles y ampliamente discutidos en la medicina moderna. Han generado intensos debates intelectuales y emocionales y un gran número de publicaciones diversas en todas las culturas y sociedades.

Las cuestiones relativas a las decisiones sobre el final de la vida presentan dilemas difíciles, que no son nuevos, pero que se han intensificado mucho en los últimos años debido a varios factores y acontecimientos:

  • Los enormes avances científico-tecnológicos permiten una prolongación significativa de la vida en formas y situaciones nunca antes posibles. Sin embargo, la supervivencia a menudo prolongada va acompañada de dolor y sufrimiento debido a diversas disfunciones orgánicas, mentales y emocionales.
  • El cambio fundamental en la relación médico-paciente de un enfoque paternalista a uno autónomo.
  • El hecho de que la mayoría de las personas de los países desarrollados mueran hoy en día en hospitales o residencias de ancianos, que a menudo son entornos extraños y desconocidos para ellos. Muchos pacientes están atados a máquinas, rodeados de gente ocupada desconocida para ellos. Esta situación contrasta con la del pasado, cuando las personas solían morir en casa, rodeadas de sus seres queridos en su entorno habitual y reconocido. 
  • La mayor participación de diversos profesionales en el tratamiento del paciente moribundo, así como la participación de los medios de comunicación, el sistema judicial y el público en general. Éstos suelen reflejar diferentes antecedentes culturales, puntos de vista y opiniones diversas e incluso contradictorias sobre lo que se debe o no hacer por el paciente moribundo.
  • Cambios culturales, en particular en las sociedades occidentales.
  • La creciente escasez de recursos debido a las costosas opciones diagnósticas y terapéuticas.

Los dilemas relativos al cuidado y tratamiento del paciente terminal no son primordialmente médicos o científicos, sino más bien sociales, éticos, religiosos, legales y culturales. Aunque los médicos toman decisiones basadas en los hechos, la mayoría de las decisiones relativas al paciente terminal no son de naturaleza médico-científica. Más bien, se basan en valores y ética personales. Por lo tanto, el cuidado del paciente en estado terminal por parte de las familias y los proveedores de atención de la salud dentro de las normas sociales es una tarea difícil. 

Los principios y prácticas de las religiones monoteístas abrahámicas, y en particular su comprensión del equilibrio adecuado entre valores en conflicto, no siempre están en consonancia con los valores y prácticas humanistas seculares actuales. 

Los objetivos de este documento de posicionamiento son:

  • Presentar la posición de las religiones monoteístas abrahámicas con respecto a los valores y las prácticas pertinentes al paciente en estado terminal, en beneficio de los pacientes, las familias, los proveedores de atención de la salud y los encargados de formular políticas que son fieles a una de esas religiones.
  • Aumentar la capacidad de los profesionales de la salud para comprender, respetar, guiar, ayudar y consolar mejor al paciente religioso y a su familia al final de la vida. Respetar los valores religiosos o culturales del paciente no es sólo una preocupación religiosa, sino un requisito ético para el personal de los hospitales y otros centros donde hay pacientes de diversos credos. 
  • Promover la comprensión recíproca y las sinergias de los diferentes enfoques entre las tradiciones religiosas monoteístas y la ética secular en lo que respecta a las creencias, los valores y las prácticas pertinentes al paciente moribundo.  

Definición  

Se define al paciente terminal como una persona que padece una enfermedad mortal, incurable e irreversible, en una etapa en la que la muerte se producirá con toda probabilidad en el plazo de unos pocos meses como resultado de la enfermedad o de sus complicaciones directamente relacionadas, a pesar de los mejores esfuerzos diagnósticos y terapéuticos.  

Sufrimiento y muerte

Si bien aplaudimos a la ciencia médica por los avances en la prevención y cura de las enfermedades, reconocemos que toda vida experimentará finalmente la muerte.

El cuidado del moribundo es tanto parte de nuestra administración del don divino de la vida cuando la cura ya no es posible, como nuestra responsabilidad humana y ética hacia el paciente moribundo (y a menudo) que sufre. El cuidado holístico y respetuoso de la persona debe reconocer la dimensión exclusivamente humana, espiritual y religiosa de la muerte como un objetivo fundamental. Este enfoque de la muerte requiere compasión, empatía y profesionalidad por parte de todas las personas involucradas en el cuidado del paciente moribundo, especialmente de los trabajadores sanitarios responsables del bienestar psicosociológico y emocional del paciente. 

El uso de la tecnología médica al final de la vida

Las intervenciones humanas mediante tratamientos y tecnologías médicas sólo se justifican en términos de la ayuda que pueden proporcionar. Por lo tanto, su uso requiere un juicio responsable sobre cuándo los tratamientos para mantener y prolongar la vida apoyan verdaderamente los objetivos de la vida humana, y cuándo han alcanzado sus límites. Cuando la muerte es inminente a pesar de los medios utilizados, está justificado tomar la decisión de retener ciertas formas de tratamientos médicos que sólo prolongarían una vida de sufrimiento precario. No obstante, incluso cuando la persistencia en tratar de evitar la muerte parezca excesivamente onerosa, debemos hacer todo lo posible para ofrecer consuelo, alivio efectivo del dolor y los síntomas, compañía, atención emocional y espiritual y apoyo al paciente y su familia en la preparación para la muerte.

El equipo médico y la sociedad en general deben respetar el deseo auténticamente independiente de un paciente moribundo de prolongar o preservar su vida, incluso durante un breve período de tiempo adicional, mediante medidas médicas clínicamente apropiadas. Esto incluye la continuación del apoyo respiratorio, la nutrición e hidratación artificial, la quimioterapia o radioterapia, los antibióticos, los presores y similares. Este deseo puede ser expresado por el propio paciente, en “tiempo real”; o, si no es competente en ese momento, mediante una directiva médica anticipada, por un sustituto o por el testimonio de familiares cercanos. Este enfoque representa tanto el respeto a la vida como el respeto a la independencia, que no sólo debe respetarse cuando está de acuerdo con el proveedor de servicios de salud. La familia suele consultar al clero para ayudar en esta decisión. En los casos de pacientes religiosamente practicantes/devotos o cuando los familiares más allegados son religiosamente observantes/devotos, se debe consultar a un miembro relevante del clero.

El rechazo de la eutanasia y el suicidio asistido por un médico

Las cuestiones relativas a la duración y el significado de la vida humana no deben ser competencia de los proveedores de atención de la salud, cuya responsabilidad es proporcionar la mejor cura posible para las enfermedades y la máxima atención a los enfermos. 

Nos oponemos a cualquier forma de eutanasia – es decir, el acto directo, deliberado e intencional de quitar la vida – así como al suicidio asistido por médicos – es decir, el apoyo directo, deliberado e intencional de cometer suicidio – porque contradicen fundamentalmente el valor inalienable de la vida humana, y por lo tanto son inherentemente y consecuentemente erróneos moral y religiosamente, y deben ser prohibidos sin excepciones. 

La comunidad de apoyo

Hacemos hincapié en la importancia del apoyo de la comunidad en el proceso de toma de decisiones que enfrentan el paciente moribundo y su familia. El deber de cuidar a los enfermos, nos exige también reformar las estructuras e instituciones por las que se presta la atención sanitaria y religiosa. Nosotros, como sociedad, debemos asegurarnos de que el deseo de los pacientes de no ser una carga financiera no les tiente a elegir la muerte en lugar de recibir los cuidados y el apoyo que podrían permitirles vivir el resto de su vida con comodidad y tranquilidad. En el caso de los pacientes y las familias religiosamente observantes o devotos, existen varias formas posibles de apoyo comunitario que facilitan la consideración meditada y en oración de las partes implicadas, con asesoramiento médico, religioso y otros consejos apropiados. Se trata de un deber religioso de la comunidad religiosa para con todos sus miembros, de acuerdo con las responsabilidades de cada uno.  

Cuidado espiritual

La mayor contribución a la humanización del proceso de morir que pueden ofrecer los trabajadores de la salud y las personas religiosas es la provisión de una presencia llena de fe y esperanza. La asistencia espiritual y religiosa es un derecho fundamental del paciente y un deber de la comunidad religiosa. También se reconoce como una importante contribución de los expertos en cuidados paliativos. Debido a la necesaria interacción entre las dimensiones física, psicológica y espiritual de la persona, junto con el deber de honrar las creencias personales y la fe, todos los proveedores de atención de la salud tienen el deber de crear las condiciones que garanticen la asistencia religiosa a todo el que la solicite, ya sea explícita o implícitamente.

La promoción de los cuidados paliativos

Cualquier paciente moribundo debe recibir los mejores cuidados paliativos posibles: físicos, emocionales, sociales, religiosos y espirituales. El relativamente nuevo campo de la medicina de los cuidados paliativos ha hecho grandes avances y es capaz de proporcionar un apoyo completo y eficiente a los pacientes moribundos y a sus familias. Por lo tanto, fomentamos los cuidados paliativos para el paciente y su familia al final de la vida. Los cuidados paliativos tienen por objeto lograr la mejor calidad de vida para los pacientes que padecen una enfermedad incurable y progresiva, incluso cuando su enfermedad no se puede curar, expresando así la noble devoción humana de cuidarse unos a otros, especialmente a los que sufren. Los servicios de cuidados paliativos, proporcionados por un sistema organizado y altamente estructurado para la prestación de cuidados, son fundamentales para realizar la misión más antigua de la medicina: “cuidar incluso cuando no hay cura”. Animamos a los profesionales y estudiantes a especializarse en este campo de la medicina.  

Conclusión

Sobre la base de los argumentos y justificaciones expuestos en este documento de posición, las tres religiones monoteístas abrahámicas comparten objetivos comunes y están totalmente de acuerdo en su enfoque de las situaciones de fin de vida. Por consiguiente, afirmamos que:

  • La eutanasia y el suicidio asistido por un médico son inherentemente y consecuentemente erróneos desde el punto de vista moral y religioso y deben prohibirse sin excepciones. Cualquier presión sobre los pacientes moribundos para que terminen sus vidas mediante acciones activas y deliberadas es rechazada categóricamente. 
  • Ningún proveedor de servicios de salud debe ser coaccionado o presionado para que ayude directa o indirectamente a la muerte deliberada e intencional de un paciente mediante el suicidio asistido o cualquier forma de eutanasia, especialmente cuando va en contra de las creencias religiosas del proveedor. A lo largo de las generaciones se ha aceptado bien que se debe respetar la objeción de conciencia a los actos que entran en conflicto con los valores éticos de una persona. Esto también sigue siendo válido incluso si tales actos han sido aceptados por el sistema jurídico local, o por ciertos grupos de ciudadanos. Las objeciones morales relativas a cuestiones de vida y muerte entran ciertamente en la categoría de la objeción de conciencia que debe ser respetada universalmente.
  • Alentamos y apoyamos los cuidados paliativos validados y profesionales en todas partes y para todos. Incluso cuando los esfuerzos por seguir evitando la muerte parecen irrazonablemente onerosos, tenemos el deber moral y religioso de proporcionar consuelo, alivio efectivo del dolor y los síntomas, compañía, cuidado y asistencia espiritual al paciente moribundo y a su familia.
  • Encomiamos las leyes y políticas que protegen los derechos y la dignidad del paciente moribundo, a fin de evitar la eutanasia y promover los cuidados paliativos.
  • Nosotros, como sociedad, debemos asegurarnos de que el deseo de los pacientes de no ser una carga no les inspire el sentimiento de ser inútiles y la consiguiente falta de conciencia del valor y la dignidad de su vida, que merece atención y apoyo hasta su fin natural.
  • Todos los proveedores de servicios de salud deben tener la obligación de crear las condiciones que garanticen la asistencia religiosa a todo el que la solicite, ya sea explícita o implícitamente.
  • Nos comprometemos a utilizar nuestros conocimientos e investigaciones para elaborar políticas que promuevan la atención y el bienestar socioemocional, físico y espiritual, proporcionando la máxima información y atención a quienes se enfrentan a enfermedades graves y a la muerte. 
  • Nos comprometemos a involucrar a nuestras comunidades en las cuestiones de bioética relacionadas con el paciente moribundo, así como a familiarizarlas con técnicas de compañía compasiva para los que sufren y mueren.
  • Nos comprometemos a concienciar al público sobre los cuidados paliativos mediante la educación y la provisión de recursos relativos a los tratamientos para los que sufren y los moribundos. 
  • Nos comprometemos a proporcionar ayuda a la familia y a los seres queridos de los pacientes moribundos.
  • Exhortamos a todos los encargados de formular políticas y a los proveedores de servicios de salud a que se familiaricen con esta amplia perspectiva y enseñanza monoteísta abrahámica a fin de proporcionar la mejor atención a los pacientes moribundos y a sus familias que se adhieran a las normas y orientaciones religiosas de sus respectivas tradiciones religiosas.
  • Nos comprometemos a involucrar a las otras religiones y a todas las personas de buena voluntad.